El mundo en el que nos movemos gira ahora más rápido que en cualquier otro momento de la Historia y eso condiciona todo lo que nos rodea: nuestra manera de trabajar, de hacer las labores propias de nuestro día a día, de disfrutar de nuestros momentos de ocio… Nosotros, en los párrafos que siguen, vamos a centrarnos en lo primero, en cómo ha cambiado nuestra manera de desarrollar la actividad profesional a la que estamos acostumbrados. Y es que es uno de los asuntos que más se ha transformado con la llegada de una sociedad digital y en la que nada se hace del mismo modo que hace algunos años se empleaba.
El mercado es hoy más competitivo que en ningún otro momento de la Historia. Da igual el sector al que se dedique la empresa a la que estamos dedicando ocho horas de nuestro día. Internet y las redes sociales han hecho posible que cualquier empresa tenga la capacidad de acceder a un público mucho más amplio que el que tenía antes de la llegada de estos avances. Eso, unido al hecho de que hay más empresas que nunca dentro de cada sector, hace que la competitividad sea tremenda en cualquier actividad comercial que se precie.
En una situación como esa, parece lógico pensar que hay que hacer todo lo necesario para intentar fomentar la productividad de los empleados y empleadas. La verdad es que no es fácil favorecer este punto en todos los casos. Ni que decir tiene que es un asunto imprescindible y del que va a depender el futuro de la empresa que ejecuta esos cambios. Hay que adaptarse a esos cambios y poner toda la carne en el asador para hacer posible que todas y cada una de las personas que formen parte de la empresa contribuyan a hacer del negocio una actividad rentable.
Hay muchas maneras de hacer posible que la productividad de las empresas se mantenga al máximo de su nivel. Una de ellas es la que guarda relación con todo lo que tiene que ver con el espacio de trabajo en el que se ejecuta la actividad de casa empleado o empleada. Según una noticia que vio la luz en la página web IP Mark, el diseño de las oficinas juega un papel muy importante en lo que tiene que ver con esa productividad. Por eso, las empresas no terminan de apostar al 100% por el teletrabajo. Porque saben que, con un diseño de interiores adecuado, pueden potenciar la productividad de su gente.
La productividad en las empresas es un aspecto clave para ellas y son muchas las maneras que hay de conseguirla, aunque la mayoría de los negocios han apostado por una organización física mucho más eficaz de sus espacios de trabajo. Los profesionales de Delbin nos han indicado que la demanda de cambios en el diseño de oficinas se ha confirmado como una de las grandes necesidades de las empresas en los últimos años y que eso es lo que está haciendo realmente posible que haya muchos negocios que estén mejorando en términos de eficacia y eficiencia.
Ya hemos desperdiciado demasiado tiempo
Las empresas españolas, si las comparamos con las de otros países de la Unión Europea, no han sido especialmente eficaces. Era uno de los grandes problemas que tenía la economía española de manera tradicional. Ni que decir tiene que, a pesar de que la economía de este país tiene algunos puntos fuertes, también ha tenido deficiencias derivadas de una menor modernización en nuestros procesos y una menor apertura de miras. Por suerte, eso ha cambiado en los últimos años.
Las empresas españolas han empezado a atender a estudios internacionales que garantizaban lo que hemos venido apuntando a lo largo de estos párrafos: que la productividad de las empresas no solo depende de las capacidades de cada persona, sino también del entorno en el que esa persona se encuentra. Y no cabe la menor duda de que la oficina es un espacio que determina, para bien o para mal, el grado de eficacia o eficiencia del que puede disponer un trabajador o trabajadora a lo largo de su jornada laboral. Por eso, conviene tener una oficina diseñada de tal modo que se pueda priorizar esa eficacia y eficiencia.
Afortunadamente, gracias a este tipo de cosas, las entidades españolas han encontrado la manera de ser mucho más eficaces y, por tanto, competitivas en un mercado tan duro como lo es el actual. Y es que esa no es una labor fácil ni mucho menos. Desde luego, de ella depende que tengamos la capacidad de construir una economía que sea potente y que pueda sentarse en la misma mesa que las de Alemania, Francia, el Reino Unido y los países que disponen del tejido productivo más potente de toda Europa.