Las saunas lo confirman: sudar es bueno para nuestra salud.

Seguro que estás leyendo el título de este artículo en pleno agosto y estás pensando “¿Cómo va a ser bueno sudar? ¡Yo estoy harto de pasar calor!” y no te culpamos, tienes razón. Sudar suele ser bastante desagradable, y que sea un proceso natural de nuestro cuerpo no quita que sea odiado por todos.

Pasar calor, de hecho, es horroroso. ¿Sabías que las personas que viven al sur de España sienten un calor increíblemente agotador durante el verano, el cual les hace estar cansados y desanimados durante todo el día? Y es que el calor es capaz de arrebatarte esa energía vital que todos podemos tener ¡te lo aseguro! Así que es completamente normal que sientas rechazo hacia este título.

Sin embargo, hay están las saunas, esas plataformas fabricadas especialmente para hacernos sudar, que además están situadas en centros de bienestar y relajación ¡imagínate! Entonces, eso significa que tendrán que tener algo bueno para la salud ¿no? ¡Así es!

Sudar es bueno ¡sea como sea!

Antes de intentar comprender el intrincado funcionamiento de una sauna, es importante destacar que por mucho que nos pese, sudar es bueno.

Pero ¿por qué? Pues por estas razones:

  • Sudar te ayuda a regular tu temperatura corporal.

El principal propósito del sudor es enfriar el cuerpo ¿lo sabías?

Por eso, cuando haces ejercicio o estás en un ambiente cálido, tu cuerpo tiene que sudar ¡si no, no sería capaz de mantener una temperatura adecuada! Y es que, las altas temperaturas corporales pueden causarnos graves problemas de salud, como podemos observar cuando tenemos fiebre.

  • Mejora la circulación.

Sudar durante el ejercicio aumenta la circulación sanguínea, ayudándonos a mejorar la salud cardiovascular y el suministro de oxígeno y nutrientes a los músculos.

Por el contrario, una mala circulación puede causarnos problemas de entumecimiento y hormigueo, además de hacernos sentir una mayor sensibilidad y favorecer la aparición de las temidas varices.

  • Mantiene nuestra piel mucho más sana.

Gracias al sudor nuestros poros se mantienen mucho más limpios, lo que da como resultado una piel mucho más limpia y sana. Además, al sudar, se eliminan bacterias y suciedad de la piel.

De esta forma, cuando sudamos hacemos un “peeling” o exfoliación de forma natural ¡qué cosas!

  • Reduce nuestro estrés.

Bueno, sabemos que sudar y pasar calor estresa (y pica) a muchas personas, pero lo cierto es que en contra parte, también puede ayudarnos a reducir el estrés: el ejercicio y el sudor asociado pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo gracias a la liberación de endorfinas.

  • Apoya a nuestro sistema inmunológico.

Así es: sudar puede ayudarnos a fortalecer el sistema inmunológico, ya que la temperatura corporal elevada puede dificultar la supervivencia de algunos patógenos que pueden causar enfermedades. Sin duda, ¡el sudor es un defensor natural!

¿Todo el mundo puede sudar con normalidad?

Ahora que ya conoces las ventajas o beneficios de sudar, seguro que estás pensando que no era tan malo como creías; sin embargo, no te confíes, porque no todos podemos gozar de este “privilegio”. Existen personas con trastornos y enfermedades que se ven afectadas de diversas formas, atacando a la forma natural de sudar de nuestro cuerpo:

  1. Hiperdrosis.

Es una condición en la que las personas sudan en exceso, incluso cuando no es necesario para regular la temperatura corporal. La hiperhidrosis puede ser localizada (afectando zonas específicas como las manos, pies, axilas, o cara) o generalizada (afectando todo el cuerpo). Aunque no es peligrosa, puede ser incómoda y afectar la calidad de vida.

  1. Anhidrosis o “hipohidrosis”.

Es la incapacidad para sudar (anhidrosis) o una sudoración reducida (“hipohidrosis”). Estas condiciones pueden ser peligrosas porque el cuerpo no puede enfriarse adecuadamente, lo que aumenta el riesgo de sobrecalentamiento y golpes de calor. La anhidrosis puede ser causada por daño a los nervios, ciertas enfermedades autoinmunes, deshidratación, o incluso por el uso de algunos medicamentos.

  1. Trastornos neurológicos.

Condiciones como la diabetes o enfermedades del sistema nervioso, como la neuropatía autonómica, pueden afectar los nervios que controlan las glándulas sudoríparas, causando una sudoración anormal en la persona que lo sufre.

  1. Condiciones genéticas.

Algunas personas nacen con trastornos genéticos raros que afectan la capacidad de sudar, como la displasia ectodérmica, que puede causar una sudoración reducida o ausente.

  1. Problemas hormonales.

Desequilibrios hormonales, como los que ocurren durante la menopausia, pueden alterar los patrones normales de sudoración. Algunas personas pueden experimentar sudores nocturnos o sofocos debido a cambios hormonales.

De esta forma, no todos tenemos la capacidad de sudar con normalidad. Así que, si eres una de esas personas que pueden sudar bien ¡valóralo, aunque te parezca desagradable!

La sauna como dispositivo estimulante del sudor.

Primero, pongámonos en contexto: una sauna es básicamente una habitación calentada, tradicionalmente con madera y una estufa que puede ser eléctrica, de gas, o, en las versiones más clásicas, calentada con piedras. El objetivo es hacer que la temperatura dentro de la sauna alcance entre 70 y 100 grados Celsius. Sí, lo leíste bien, ¡es caliente de verdad!

Como hemos leído anteriormente, sudar es bueno, y esta es la razón principal por la cual estos aparatos triunfan en los centros de relajación y belleza. Sin embargo ¡no todas son iguales! De hecho, alguna que otra calienta más.

Para entenderlo mejor, vamos a desglosar los tipos de sauna que existen:

  1. Sauna finlandesa (sauna seca).

Esta es la clásica, la que probablemente imaginas cuando piensas en una sauna. Funciona con una estufa que calienta piedras, y puedes aumentar la humedad arrojando agua sobre ellas. La temperatura suele estar entre 80 y 100 grados Celsius, pero la humedad es baja, entre 5% y 20%. Debido a la intensidad del calor seco, tu cuerpo empieza a sudar rápidamente, eliminando toxinas y haciéndote sentir revitalizado con facilidad.

  1. Sauna de vapor (baño turco).

También conocida como “hammam”, es todo lo contrario a la finlandesa. Aquí, la temperatura es más baja, generalmente entre 40 y 50 grados Celsius, pero la humedad es del 100%; esto significa que te encontrarás rodeado de una nube densa de vapor caliente, lo que te provocará una sudoración copiosa, aunque un poco más gradual que en la sauna seca. Es perfecta para aquellos que prefieren un calor más suave a la par de una experiencia de sudoración profunda y continua.

  1. Sauna de infrarrojos.

Esta sauna es relativamente nueva y utiliza luz infrarroja para calentar tu cuerpo directamente, en lugar de calentar el aire a tu alrededor, como nos explican los profesionales de Saunas Luxe. La temperatura de una sauna de infrarrojos es más baja, oscilando entre los 50 y 60 grados Celsius, pero no dejes que eso te engañe; este tipo de calor penetra más profundamente en la piel, estimulando una abundante sudoración en todo nuestro cuerpo. De hecho, algunas personas sudan aún más en una sauna de infrarrojos que en una sauna finlandesa, porque el calor es absorbido más eficientemente por el cuerpo.

  1. Sauna de humo.

Es una versión más tradicional y rústica de la sauna finlandesa. En este aparato, no hay chimenea, y el humo de una estufa de leña calienta la habitación y las piedras. Luego, se ventila el humo antes de entrar. La experiencia es similar a la de la sauna seca, pero con un ambiente más intenso y terroso.

Causa en nosotros una sudoración similar a la de una sauna finlandesa, pero con una sensación más auténtica y primitiva ¡es toda una experiencia!

  1. “Banya rusa”.

La “banya” es parecida a la sauna finlandesa, pero con algunas diferencias clave: la temperatura suele ser un poco más baja, alrededor de 70 a 90 grados Celsius, pero la humedad es mucho más alta, entre 60% y 80%, lo cual crea un calor más húmedo y pesado, que también te hace sudar profundamente. Además, en ella es común usar ramas de abedul para masajear y estimular la piel, intensificando así la experiencia y creando un ambiente único.

¿Cuál de ellas te hace sudar más?

Sin lugar a dudas, la sauna de infrarrojos es la que está más preparada para hacerte sudar. Esto ocurre porque este tipo de sauna utiliza ondas de luz infrarroja que calientan el cuerpo directamente desde el interior, en lugar de calentar solo el aire alrededor. Este calor penetra profundamente en los tejidos, provocando una sudoración más intensa y rápida a temperaturas más bajas que las saunas tradicionales.

Además, el calor infrarrojo es más eficiente para elevar la temperatura interna del cuerpo, lo cual estimula una mayor respuesta de sudoración sin la incomodidad del calor extremo.

Así que si quieres sudar a base de bien ya sabes, ¡opta por la de infrarrojos!

Consejos para una experiencia de sauna perfecta.

Para terminar, queremos aconsejarte por si nunca has probado una sauna o por si quieres sacarle un provecho del 100%:

  • Hidrátate.

Bebe agua antes y después de tu sesión de sauna. Sudar mucho puede deshidratarte rápidamente, lo cual es peligroso ¡cuidado con esto!

  • No exageres.

La sauna es genial, pero no necesitas estar allí durante horas. Unos 15-20 minutos suelen ser suficientes.

  • Escucha a tu cuerpo.

Si te sientes mareado o incómodo, es hora de salir. Cada cuerpo es diferente, y es importante no forzarte.

  • Relájate después.

Una ducha fría después de la sauna puede ser revitalizante, pero asegúrate de descansar y dejar que tu cuerpo vuelva a la normalidad.

¡Y eso es todo! Esperamos haberte ilustrado y haber cambiado un poco tu percepción negativa hacia el sudor. Todo en nuestro cuerpo tiene una función ¡no lo olvides!

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