El asma es una de esas enfermedades, mayoritariamente crónicas, que pueden llegar muchos pacientes desde la más tierna infancia hasta la edad adulta. Además, esta enfermedad no es para nada extraña, pues hay un alto porcentaje de población que la padece, en todas las etapas de su vida, por lo que no ha llamado demasiado la atención entre la sociedad. No obstante, los médicos y expertos sí han levantado la voz de alarma pues el número de niños y adultos enfermos aumenta cada año y parte de la culpa es de la contaminación y nuestra dieta.
El 93% de los niños y adolescentes y alrededor de 630 millones de menores de 5 años en el mundo están expuestos a niveles de partículas finas (contaminación) por encima de los niveles que recomienda la OMS, y esto puede provocar el desarrollo de enfermedades respiratorias y, por supuesto, el agravamiento de sus síntomas.
Esto son datos extraídos de la SEICAP, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica, quien advierte del peligro que supone la contaminación del aire para nuestro organismo. De hecho, a los niños de la generación actual se les ha empezado a llamar niños diésel, niños que se envenenan cada día con gases tóxicos estancado en el ambiente y aire de las ciudades, niños que sufrirán las consecuencias sí, o sí.
La obesidad también afecta
Si a esa generación de niños diésel además le añadimos el hándicap de que cada vez hay más obesidad infantil y lo mezclamos todo acabaremos teniendo un coctel con todos los ingredientes base para padecer asma. Y hoy por hoy, vamos encaminados a dar ese cóctel a cada uno de los niños que están naciendo de 2018 en adelante, aunque previamente ya hay un porcentaje de niños que cumplen todas las premisas para tener esta enfermedad.
Una investigación basada en Big Data ha descubierto una estrecha relación entre la obesidad y el asma infantil: aumenta un 30% la probabilidad de contraer la enfermedad, origina el 25% de los nuevos casos y, si no existiera, la evitaría al 10% de los niños.
La capacidad respiratoria se puede ver reducida por estrechamiento de las vías aéreas cuando los músculos involucrados se contraen o tienen espasmos. Aparentemente, esta hiperreactividad provoca unas reacciones que favorecen o imitan dichas contracciones y, por tanto, afectan a nuestra respiración. La cuestión es por qué las personas con obesidad tienen mayor riesgo de sufrir este tipo de asma. Es simple: las personas obesas tienen células que liberan mayor cantidad de calcio y además muestran un acortamiento mayor que el de las personas que no padecen obesidad, lo que significa que la obesidad deja unas huellas en las células que afectan a la respiración de quienes la padecen.
Además, hay otro dato en nuestra dieta que también afecta a la aparición y agravamiento del asma, y es que algunos expertos creen que la baja ingesta de antioxidantes puede provocar una mayor prevalencia de asma. Aunque también señalan que el suplemento en la dieta de estas sustancias solo sería efectivo cuando existe déficit de las mismas.
Es importante tener todas cosas en cuenta porque, actualmente, el asma no es una enfermedad que tenga cura. Por ahora, hablamos de fármacos que mejoran sus síntomas, como el clásico Ventolín entre otros. O terapias como la haloterapia, que consigue una disminución de la tos y de los ataques de disnea con una mejoría real del haz de luz bronquial, cuya obstrucción es característica del asma, según los especialistas de Saltium.
El Tabaco
Como muchos de nosotros sabemos, el humo del tabaco es otra de las principales causas del asma. No obstante, de un tiempo a esta parte, se ha pensado de manera generalizada que los niños tienen ahora una menor incidencia, pues parece que los adultos estamos mucho más concienciados al respecto, tanto por las enfermedades respiratorias como por la posibilidad de tener más riesgo de cáncer.
Sin embargo, tres de cada diez niños españoles sigue expuesto al humo en casa y en el coche, lo cual sigue siendo un número demasiado alto.
El 71% de los menores de 12 años se expone al humo ambiental del tabaco en España, de los que casi el 30% están expuestos constantemente en casa y en el coche. El 42% restante lo hace en el ámbito público por lo que, aún con preocupación, el riesgo es menor.
Esto indica que sigue siendo primordial seguir educando a los adultos, y a los niños desde su infancia, sobre los riesgos del tabaco. ¿Y tú, educas a tus hijos?