En el mundo actual, donde casi todo se busca, se comenta y se comparte en internet, resulta claro que las redes sociales son el mejor canal de comunicación y de ventas. Una empresa no puede ignorar. Me hace gracia cuando escucho que las redes sociales son el futuro, no para nada, son el presente, y si me apuras el pasado.
Por eso me resulta extraño que muchas compañías todavía sienten dudas sobre si invertir o no en ellas. Os voy a contar la experiencia de una empresa que decidió dar el paso con la ayuda de DCM, especialistas en campañas digitales, porque creo que es un buen ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se apuesta por una estrategia bien diseñada.
Hasta hace poco, esta empresa tenía presencia online, pero de manera básica. Es decir, lo que siempre se dice, una página web informativa, alguna publicación esporádica y poco más. “Yo tengo web y pongo cosas en Facebook”, y claro, con eso se piensan que ya todo tiene que funcionar.
Pues bien, se puede comprobar que así los resultados son limitados y las ventas dependen casi en su totalidad de clientes habituales y de la recomendación boca a boca. Así que de redes sociales, nada de nada. Fue en ese momento cuando decidieron confiar en DCM para dar un giro a su estrategia. Y desde ese día, todo cambió.
El inicio del proceso
Lo primero que hizo DCM fue realizar un análisis completo de la situación digital de la empresa. No se trataba simplemente de publicar más contenido, sino de diseñar un plan de acción realista, eficiente y que estuviera enfocado a mejorar los resultados. Se estudiaron su página web, los puntos de mejora en SEO y SEM, y sobre todo, se definió con claridad quién era su cliente ideal.
A partir de ahí, se trazó la estrategia: apostar por campañas de compra de tráfico online en las dos redes sociales que mejores resultados ofrecen en publicidad: Facebook e Instagram. ¿Por qué estas dos? Porque, sin duda, en alguna de ellas están los clientes potenciales de casi cualquier negocio.
Uno de los grandes aciertos fue diseñar las campañas “a la medida del producto”. Esto significa que no se utilizó un mensaje genérico, sino que se segmentó la audiencia en función de criterios que definían con claridad a los posibles compradores. De esta manera, el producto se mostró únicamente a personas que podían interesarse de verdad en él.
La empresa no tuvo que preocuparse por aprender a usar complejas herramientas de publicidad online. Mientras el negocio seguía atendiendo a sus clientes habituales, las campañas digitales iban atrayendo nuevas miradas y generando oportunidades reales de venta. Y la cosa se iba notando.
Lenguaje persuasivo
No basta con aparecer en la pantalla de alguien: hay que comunicar bien. Por eso, otro de los pilares de la estrategia fue crear mensajes con un lenguaje persuasivo, claro y atractivo. Si tienes redes sociales seguro que sabes de lo que estamos hablando. El objetivo no era solo despertar curiosidad, sino guiar al cliente paso a paso por un embudo de propuestas que lo llevara desde el simple interés hasta la compra final.
Gracias a este trabajo, personas que nunca habían oído hablar de la empresa empezaron a convertirse en compradores.
La campaña también se enfocó en un punto fundamental, es decir, la venta más fácil es la que se hace a quienes ya te conocen. Con la publicidad de Facebook e Instagram, la empresa pudo mostrar de nuevo sus productos a clientes que ya habían comprado antes, aumentando las probabilidades de que repitieran la experiencia.
Los resultados no tardaron en llegar. En pocas semanas, la empresa notó un aumento en las consultas, los pedidos y la interacción con su marca en redes sociales. Pero más allá de las ventas inmediatas, lo más importante fue la transformación de la mentalidad empresarial. Pasaron de ver las redes sociales como un simple escaparate, a entenderlas como un motor constante de clientes y ventas.
La clave estuvo en la combinación de tres elementos. Primero, un plan de acción sólido basado en análisis y segmentación. Segundo, un lenguaje persuasivo que convirtió curiosidad en interés real. Y por último, un sistema automatizado que trabajaba todo el día.
La experiencia de esta empresa demuestra que invertir en redes sociales no es un gasto, sino una inversión inteligente, bueno, muy inteligente diría yo. Facebook e Instagram son espacios donde se encuentran tus clientes potenciales, y con la estrategia adecuada, tu producto puede hacerse visible justo a quienes están listos para comprarlo.
Hoy, la empresa crece con seguridad, fideliza a sus clientes y llega cada día a nuevas audiencias.